ROSWELL, Estados Unidos.- Su hazaña ya entró en la historia. Luego de saltar desde 39 kilómetros de altura, lo que le permitió convertirse en el primer hombre en romper la barrera del sonido, el paracaidista Felix Baumgartner describió las sensaciones que le dejó la proeza. "Cuando estás parado en la cima del mundo, te conviertes en tan humilde. No piensas en romper ya los records, no piensas en obtener datos científicos. Lo único que deseas es regresar con vida", expresó.
Cuando estuvo en tierra, el autríaco consideró que, en general, su salto fue más duro de lo que pensaba. "No tengo idea de si rompí la barrera del sonido y cuándo. En un momento pensé que perdía la conciencia. Me liberé de 20 toneladas de carga de mis espaldas", contó al recordar el los primeros segundo de la caída libre.
Baumgartner salió a la cápsula que lo había transportado hasta los 39 kilómetros de altura. Desde allí, se arrojó con un traje presurizado y, después de 48 segundos de caída libre supero la velocidad del sonido al alcanzar más de 1.110 kilómetros por hora. Luego, la densidad del aire fue frenando su trayectoria, abrió el paracaídas y llegó sano y salvo a la tierra. La secuencia duró cuatro minutos y 19 segundos. "Fue más difícil de lo que esperaba. A veces tienes que ir realmente alto para saber cuán pequeño que eres", manifestó.
Tuvo paciencia y lo logró
El aventurero, también conocido como Felix "sin miedo", llevaba toda su vida entrenando para este momento. El lanzamiento del globo fue retrasado en varias ocasiones. La prueba estaba prevista originalmente para el lunes, pero debió posponerse debido a las condiciones climáticas.
Nacido en Salzburgo en abril de 1969, a Baumgartner le inspiraron los astronautas que veía en televisión y soñaba con lanzarse en caída libre y volar en helicóptero. Su primer salto lo realizó a los 16 años y mejoró sus habilidades con paracaídas como miembro del equipo de fuerzas especiales del Ejército de su país.
Sus proezas llamaron la atención internacional: en 1999 saltó desde las Torres Petronas, en Kuala Lumpur, y batió un nuevo record mundial para salto BASE más alto desde un edificio. Ese mismo año, se arrojó desde el Cristo Redentor de Río de Janeiro, en Brasil.
Cuatro años más tarde volvió a hacer historia con un "vuelo" en caída libre a lo largo del Canal de la Mancha: saltó desde una avioneta a 32.000 pies y utilizó un ala de fibra especialmente diseñada para cruzar la distancia de 35 kilómetros en sólo seis minutos.
Baumgartner llevaba desde 2010 trabajando para batir el actual record de altura en salto en paracaídas. Antes estaba en posesión de Joe Kittinger, quien en 1960, saltó desde una distancia de más de 31 kilómetros sobre la superficie terrestre. El hombre, de 84 años, quien forma parte del equipo de asesores, también fue el primero en felicitarlo cuando aterrizó tras sus dos saltos de prueba: el primero desde 22.000 metros de altura, en marzo de 2012, y el segundo desde casi 30.000 metros, en julio.
Decenas de canales de televisión y de páginas de internet transmitieron en directo el evento de ayer. Los costes se estima que alcanzaron los U$S 65 millones, aunque el auspiciante Red Bull no dio a conocer una cifra oficial. El efecto publicitario fue enorme, ya que se calcula que cientos de millones de personas siguieron el salto en todo el mundo. (DPA-Reuters-AFP-NA)